Son las 3:15 y suena el despertador. Un largo día espera por delante y hasta las 22:30 no habrá terminado la "pesadilla".
Cerca de las 4:15 Paula, Amado (mi papa) y yo nos dirijimos a coger el coche y emprender un viajecillo hasta Madrid, por supuesto, parando cerca de Tarancón a desayunar con nuestro café y nuestra napolitana de chocolate; para despues continuar hasta barajas.
Una vez en barajas, y tras esperar como 3 horas (ya que habíamos llegado con tiempo de sobra...y tan de sobra!!) comienza la despedida, y como despedida, no podían faltar las lágrimas, las palabrotas y frases tales como: " pero que asco", "esto son sólo unos días",...
Pasados veinte minutos entre sollozos y abrazos, me despido de Paula y papa para encarar el control reglamentario, con miedo de que me tirasen atrás la bolsa de mano por el peso (por que 8 quilos máximo no significa que metas todo lo que puedas y más hasta 13 kilos :D).
Tras ello, todo era cuestión de esperar a embarcar...pero, porque no hacer amigos y poderte hacer más ameno el viaje; y más si luego tenéis asientos juntos? Pues así fue como conocí a Carlos, un chico de Salamanca que viajaba a Stuttgart (vía Frankurt) para hacer el proyecto de final de carrera. Cuando nos dirigiamos a embarcar, me dí cuenta que las gafas de sol estaban en el bolso de Paula, pero pensándolo bien...cuánto sol iba a tener en Helsinki? 10 minutos al día?Pues entonces no llegar gafas de sol suponía más bien un alivio que una pérdida.
En fin, que una vez en el avión, y viendo que estabamos ambos en los asientos de la línea 15 (C y D respectivamente) pues como que se nos hizo más ameno el viaje de dos horas.
Por cierto, no esperaba que nos dieran de comer en el avión, pero así fue. Un pollo con salsa de setas, arroz blanco y verduras cocidas que hizo las delicias de mi alterado cuerpo (pues los nervios habían hecho que Roca y yo fuéramos íntimos amigos durante la última hora antes de embarcar). Y tras el rico pollo, que mejor que disfrutar de una cerveza alemana fría a unos cuantos miles de metros de altura...MAGNIFICO!!!
Una vez llegamos a Frankfurt, y quedarme asombrado del aeropuerto (el más grande de Alemania y el 2º de Europa tras el de Heathrow, en Londres), nos dedicamos tanto Carlos como yo a estar sentado hablando mientras haciamos tiempo hasta que saliera su vuelo (en sólo dos horas mientras que el mio salía en cuatro).
Acercándose el tiempo para que embarcara,nos dirigimos a la terminal A, recorriendo para ello un pasillo larguísimo de apróximadamente varios cientros de metros (700?, 800?).
Una vez sólo, me dediqué a realizar autodefinidos, de los cuales sólo encontre sencillo el primero que hice, ya que para los demás, tuve que mirar algunas definiciones ( lo sé, soy malo haciendo autodefinidos...y Paula sabe muy bien eso).
Una vez subo al avión rumbo a Helsinki (comenzaba a chispear) me doy cuenta que posiblemente llegue a las 22:30 y no a las 23:30 como pensaba y como le dije al chico de servicio de recogida (pick-up service!!) y lo cual me puede suponer un pequeño problemilla...o al menos una estúpida espera en Helsinki.
Como era lógico, llegue a las 22:30 y tras llamar a Paula, intentar hablar con papa y ver que mi madre no me quería coger el móvil y en vez de ello, prefería escribirme un mensaje (hija mía...no pasaba nada si lo cojías!!), llamo a Matti (el chico de la recogida :D) y le comento el problemilla. Decidimos que es mejor que baje yo solo hasta la estación de tren de Helsinki, que esperar allí a que suba y luego bajar (lógico).
Así que nada, tras preguntar que autobus baja a la estación, me hago "amigo" de Matti (no el de antes, otro...casualidad!) un chico de Oulu que viene de viaje desde Brasil (joder que envidia) y que pasará esta noche en Helsinki para ir a la mañana siguiente a su casa. Por cierto, estudia económicas...para que lo sepáis.
Ambos nos bajamos en la última parada...la estación de tren donde además se centralizan gran parte de los trayectos de los autobuses. Mientras que nos despedimos y se va en taxi, yo espero unos minutillo, hasta que aparece Matti, el recogedor, y me acompaña hasta mi nuevo palacio durante los próximos 9 meses (salvo en navidad, por supuesto).
Por supuesto, se trata de otro rubio, este mucho más alto que Matti el economista, pero por lo demás muy parecidos.
Una vez en casa, me da algunas explicaciones sobre el sitio del curso de orientación del día siguiente y se despide. Ah, por cierto, iba con la bici de su novia...muy mona esta!
Una vez sólo, decido bajar al sotano donde se encuentra una habitación gigantesca que se usa como trastero y donde todos los estudiantes cuando abandonan Domus Acadamica (a partir de ahora Domus...es donde vivo) dejan las cosa que no quieren llevarse. A pesar de la montonera de ropa y más ropa, sábanas y cojines, faltaban muchas otras cosas como sartenes, pero bueno. Consigo encontrar algunas alfombras para el piso, platos y cubiertos, toallas y un chubasquero, además de una almohada, vasos y alguna cosilla más por ahí como cojines para la silla...la verdad que muy bien!!! Ya sólo tengo que comprar alguna sarten y a vivir como un rey!!!
Tras ello, y tras encargarme de escribir un mail a papa, mirar el ordenador y acostumbrarme al piso, decido que es hora de sacar todo de las maletas, organizarlo (para que veáis que ya soy un hombrecillo de provecho) y finalmente, y sabiendo que al día siguiente tengo que estar a las 9 en el sitio del curso de orientación ( Yliopistonkatu 3, edificio Porthania, Venue PI...hay queda dicho!) me duermo.
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